SOBRE EL CONOCIMIENTO DEL COMUNISMO POR PARTE DE LA CLASE OBRERA DE NUESTRO PAÍS.

Enrique Velasco

La “socialización” capitalista y sus efectos.-

Por lo tanto, el concepto de socialización, encierra el peligro de que suena muy bien, pero no explica a un obrero (por ejemplo) qué harán con él cuando lo socialicen, ni siquiera si él se dará cuenta cuando lo estén socializando. Porque, ya es chocante, en principio, que a un obrero “lo socialicen”, que no sea él quien “se socializa”.

Lo mejor es atenerse a la realidad, y la realidad es que la primera socialización sistemática de los trabajadores, la emprendieron y le dieron forma los capitalistas europeos, alcanzando su perfil original en los finales del siglo XIX.

Poner a los trabajadores a mover colectivamente, en cooperación, un aparato productivo basado en máquinas creadas basándose en los principios de la física, y utilizando fuerzas mil veces superiores a la fuerza muscular humana, significó para ellos un tipo de relación con los medios de trabajo, con sus compañeros de trabajo, y con el director y dueño de todo aquel complejo, que los situaba en una total dependencia. Dependencia en cuanto a ser, o no ser llamado a trabajar; a continuar o no, cada día, en su función; en cuanto a la organización y dirección de todo el proceso de trabajo; y por último, respecto al resultado obtenido. Es lo que se conoce entre los estudiosos con la denominación de trabajo por cuenta ajena.

Este enorme cambio significó, efectivamente, la socialización de su trabajo, trabajaba solo (campesino, artesano), y ahora su trabajo aparece “ligado” al de sus compañeros, y  “ligado” a los mandatos y a la dirección de su empresario.

Es importante recordar que las formas modernas de trabajo (la manufactura, el maquinismo, la fábrica), la profundización en la utilización de grandes fuerzas motrices (vapor de agua, electricidad, petróleo), van ligadas al trabajo por cuenta ajena, al trabajo bajo dirección capitalista.

El aspecto material que acaban adoptando las máquinas, su combinación (la fábrica), sus ritmos de funcionamiento, son las formas capitalistas del maquinismo.

Las formas concretas que adopta la cooperación en el corazón mismo del aparato productivo, es la forma capitalista de la cooperación.

Las características concretas del trabajo obrero al encontrarse sometido a todas estas formas capitalistas de organizar el trabajo, constituye la “socialización” de su trabajo.

Marx ha estudiado en detalle el nacimiento y el desarrollo de esta socialización del trabajo obrero. Lo habíamos repetido, la formación del capital y la del obrero, eran las dos caras de un mismo fenómeno.

Por eso, leyéndolo, es obligado pensar que el comunismo consistiría en recorrer el proceso inverso. Nunca lo dice Marx, pero de la radiografía que hace de la forma capitalista de producir, se desprende la “otra” forma de trabajar.

Se parecería Marx a un calafate experto que, al explicarnos cómo hacían los venecianos sus barcos, detallara de tal modo sus elementos, el engarce entre ellos, la función de cada uno, sus posibles modalidades, las variables de su combinación, tuviéramos, aunque él no lo pretendiera, las bases para poder intentar la construcción de cualquier nave, incluso de las que hasta entonces no se habían construido.

La formación del capital exige técnicamente (como una azada exige un mango, o un carro exige unas ruedas) al obrero.

El obrero es un trabajador que no dispone de los medios materiales para desarrollar su trabajo.

Pero con esta sola característica, no se convierte en obrero activo. Para trabajar como obrero necesita a otros compañeros. El obrero individual no existe, o en todo caso, no tiene significación alguna. El obrero es plural. No existe en la realidad el obrero, como contraparte del capital, sino los obreros.

Estas son las características de los obreros cuando los recibe el capitalista en la puerta de la fábrica. Todavía no son obreros, sino aspirantes.

(Estamos describiendo los elementos con los que se hace un barco, es decir, con los que hacían un barco los venecianos).

Cuando los obreros entran en el taller, encuentran un proceso de trabajo colectivo y en forma de cooperación compleja. Aquello lo ha  ordenado el dueño de toda la instalación. Él ha decidido las tareas, ha adjudicado a cada trabajador la que estima que se le dará mejor, ha puesto en forma escalonada (jerárquica- escalón de mando) las responsabilidades y el mando, así como el salario que recibirá cada uno. Toda la producción final le pertenece, naturalmente, a él.

Ahora podríamos ya decir, con conocimiento, que estos trabajadores han sido socializados, y a esta manera de socializar la llamamos capitalista, y el resultado de su socialización es que se han convertido en obreros.

Si estas piezas se hubiesen colocado en otra disposición, el resultado hubiese sido otro tipo de barco.

¿Qué piezas? El trabajador, los medios de trabajo, su propiedad, la forma o la división o la forma de dividir las tareas, la distribución de las tareas entre los distintos trabajadores, el escalonamiento o creación de niveles jerárquicos (de mando), la colocación de trabajadores concretos en cada nivel de mando, la distribución del resultado, la forma de entrar a trabajar, la forma de acabar la relación con los trabajadores.

Tantas combinaciones de estos elementos, nos dan otras tantas de socializar a un trabajador.

No son tantas. Es como los barcos. Lo que los diferencia, además del tamaño y el material de que están hechos, es mucho menos de lo que todos tienen en común.

Marx estudió con detenimiento la forma en que el capitalismo socializa a los trabajadores y a los medios de trabajo. También aludió a otras formas de socialización, pero, seguramente, su mayor contribución a la teoría del movimiento obrero, fue la forma de abordar la socialización de los trabajadores. Es decir, su gran aportación fue enseñarnos, que el lugar de observación para estudiar y comprender una sociedad, es el lugar que en ella ocupa el trabajador de la producción material. Dicho en otras palabras, nos dará el secreto de su funcionamiento de conjunto.

Así trabaja él en el estudio de nuestras sociedades capitalistas, dándonos las llaves para que nosotros vayamos abriendo las puertas y ventanas de las sociedades que las tengan cerradas, o entornadas.

Con las herramientas que nos enseñó a utilizar, habría que armar, pieza a pieza, la combinación que permitiera a los trabajadores la propia socialización de su trabajo, apoyada por las instituciones que mejor sirvan esos fines.

No se trata de ninguna novedad.  El movimiento obrero lleva siglo y medio en la tarea. Se trataría más bien, por tanto, de un pequeño repaso a la situación actual. Muy particularmente a la situación teórica.

Hasta ahora, hemos podido distinguir en el movimiento obrero, diversas familias teóricas. Los anarquistas y sus variantes anarco-sindicalistas, los socialistas, los comunistas. Las diferencias entre estos grupos son de varias clases. Algunas tan sencillas como la forma de organizase. Nosotros nos vamos a centrar ahora en las diferencias teóricas.

Se trata fundamentalmente de proyectos diferentes, es decir, de cómo se imagina cada grupo una nueva sociedad en la que los trabajadores ocupen un lugar más importante que el que tienen en ese momento.

Ya hemos visto más atrás que para alguno de estos grupos, se trataba de dar la vuelta a la sociedad, en lo que ellos llamaban una revolución.

Hemos visto ya, asimismo, que esta nueva sociedad proyectada, normalmente, se acercaba mucho a lo que hemos identificado como una utopía, con lo que el avance hacia ella quedaba siempre en una simple ilusión.

Uno de estos proyectos utópicos era el socialismo. Un día los trabajadores fundarían una nueva sociedad basada en el trabajo de todos, la educación para todos, en la justicia para todos; y la razón y el mutuo respeto serán las reglas que la regulen.

El contacto de este socialismo con el marxismo, significó un acontecimiento importante para aquél.

Lo que se conoce como el marxismo, tiene dos componentes: un proyecto de sociedad nueva, y una manera de acercarse a la sociedad para conocerla mejor.

El proyecto de nueva sociedad tenía la novedad de que no se presentaba como una utopía, sino como algo suficientemente elaborado como para llevarlo a término en un plazo que podía contemplar la vida de una persona.

El método, la manera de estudiar y comprender la sociedad, fue adoptado por los socialistas o, al menos, por la mayoría de sus dirigentes.

La forma de sociedad que se desprendía del marxismo, y que los socialistas hicieron suya, acabó concretándose en lo que acabó siendo el comunismo ruso.

De ahí que, a un militante actual del partido comunista de España le suenen muy parecidos  los términos “comunista”, “marxista”, “soviético”. Y sobre todo, comunista y marxista.

Sin embargo, según hemos visto, el comunismo no era esperado por los comunistas marxistas con la forma y en las condiciones que se presentó en Rusia. Es decir, comunismo y comunismo ruso no eran ni significaban lo mismo. El comunismo ruso era una variante, muy singular de lo que los comunistas tenían como modelo.

Lo que ocurrió fue que, por necesidades prácticas, el comunismo ruso, acabó siendo el modelo de comunismo, el único modelo de comunismo.

Esto, si embargo, no evitó que los marxistas comunistas no se identificaran todos con el comunismo ruso. Esta forma concreta pasó a llamarse marxismo-leninismo, por ser Lenin quien acabó dándole una organización viable, y Stalin creyó haber encontrado la forma de producir que demostraría ser más eficiente que la forma capitalista.

Mao, a su vez, inició la construcción de una sociedad comunista, llegando en la actualidad a formas, singulares también, de aplicación del modelo comunista ruso.

De esta forma, como vemos, el movimiento obrero que tiene como guía el comunismo, tiene ante sí diversas vías y diversas interpretaciones de estas experiencias.

Entendemos como movimiento obrero en nuestro país, los sindicatos, partidos y grupos organizados en otras formas (asociaciones de vecinos, asociaciones de barrio, grupos culturales, etc), formados principalmente por obreros.

Dentro de este movimiento obrero, prestaremos ahora nuestra atención a la parte del mismo que tiene una matriz marxista. (La matriz es el seno en el que se engendran los mamíferos, y en un sentido más general, el molde para fabricar objetos iguales o muy parecidos).

La matriz marxista, para estos movimientos, tiene un doble significado. Una matriz teórica de estudio, de pensamiento, de conocimiento. Y una matriz, práctica, de acción, de experiencia, de actuar. (En el lenguaje actual “de la calle”, a la primera se le llamaría matriz ideológica y la segunda, programática; aunque se sepa lo que significa, es preferible prescindir de conceptos y palabras tan complicadas como “ideología”, pasa como “derecha” e “izquierda”; mejor dejarlas).

Miraremos con detalle qué quiere decir que, por ejemplo, el sindicato Comisiones Obreras, tiene o no, matriz marxista en su enfoque teórico, en su forma de entender su existencia y sus aspiraciones.

No haremos una encuesta entre sus miembros, entre otras razones, porque, probablemente, encontraríamos un número considerable de ellos que nos pedirían qué deben entender ellos por matriz marxista en su pensamiento.

Por eso, es mejor, mirar esto con todo detalle.

 

Volver al índice.

Enciclopedia Virtual
Tienda
Libros Recomendados


1647 - Investigaciones socioambientales, educativas y humanísticas para el medio rural
Por: Miguel Ángel Sámano Rentería y Ramón Rivera Espinosa. (Coordinadores)

Este libro es producto del trabajo desarrollado por un grupo interdisciplinario de investigadores integrantes del Instituto de Investigaciones Socioambientales, Educativas y Humanísticas para el Medio Rural (IISEHMER).
Libro gratis
Congresos

15 al 28 de febrero
III Congreso Virtual Internacional sobre

Desafíos de las empresas del siglo XXI

15 al 29 de marzo
III Congreso Virtual Internacional sobre

La Educación en el siglo XXI

Enlaces Rápidos

Fundación Inca Garcilaso
Enciclopedia y Biblioteca virtual sobre economía
Universidad de Málaga